Antes de explicar en que consiste este muñeco os contaré de donde viene su leyenda.
Daruma era un monje hindú del siglo IV y primer patriarca del budismo Zen. Su nombre verdadero era Bodhidharma y se le conocía por sus azañas. Dice la leyenda que se quedó mirando una pared durante 9 años meditando y al quedarse dormido una vez durante este tiempo se corto los párpados para que no volviese a ocurrir. Al final de estos 9 años perdió sus piernas.
Se traslado a Okinawa para enseñar meditación a los monjes locales y al ver que no tenían el cuerpo adecuado para hacerlo les obligó el estudio de artes marciales. Evidentemente con un maestro tan persistente, pronto se convirtieron en luchadores expertos y dieron pie a los monjes budistas actuales.
Pues bien, el muñeco Daruma no deja de ser un muñeco de madera de colores rojos como teóricamente vestía Bodhidharma, con los ojos abiertos sin párpados y sin extremidades como dice la leyenda que acabó Daruma. El ojo izquierdo está vacío, entonces, según la tradición nippona, pedimos un deseo y si nos lo cumple le devolvemos el ojo, pintándoselo.
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